Dicen que los buenos vinos mejoran con el tiempo. Del mismo modo, los beneficios de las nuevas tecnologías se incrementan con la experiencia. La industria vitivinícola exhibe todavía niveles bajos de madurez en términos de transformación digital: según una encuesta realizada en 2021 por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), las mismas empresas del sector se consideran a sí mismas en un estadío medio en comparación con otros segmentos como el del café o el aceitero. Esto significa el alto el potencial de crecimiento y de la adopción de la innovación para generar disrupciones en el negocio.
Los sensores de IoT, por ejemplo, comienzan a multiplicar su presencia para entregar información en tiempo real sobre el estado de los suelos, la temperatura en las bodegas o la situación de los diferentes vehículos de transporte. Incluso, se espera que en breve la propia botella sea una fuente de información y pueda emitir datos sobre dónde está, cómo son las condiciones de humedad y temperatura o quién fue su último comprador. Al mismo tiempo, incluirá un código QR y elementos de realidad aumentada para que los consumidores puedan conocer las características del viñedo o descubrir cómo fue el proceso de producción paso a paso. En la encuesta de OIV, esta aparece como la primera prioridad de las bodegas.
Hacia un modelo de aprendizaje con inteligencia artificial
La IA, por su parte, permite utilizar predicciones climáticas, pronosticar la demanda y promover una producción acorde, monitorear y gestionar cultivos para maximizar su rendimiento o hasta evaluar la calidad de un suelo. Parte de la información de entrada que utiliza la IA la constituyen las imágenes por satélite, los datos de geolocalización y las imágenes obtenidas por drones, lo que permite recopilar con facilidad datos sobre escasez de agua, presión de enfermedades o madurez en el viñedo y tomar acciones preventivas o correctivas prácticamente en tiempo real. Todas estas son alternativas que las grandes empresas del sector ya utilizan hace mucho tiempo, por lo que el estudio de la OIV sostiene que llegó la hora de que las organizaciones más pequeñas comiencen a adoptarlas.
Además, se espera un incremento en el uso de robots dedicados a la fertilización, la cosecha, el control de inventarios o los movimientos en la bodega. Mientras tanto, la tecnología LiDAR de imágenes remotas es útil para mapear la estructura de un viñedo en 3D y diseñar, con la ayuda de la automatización, procesos que agilicen los movimientos o que sirvan para evitar accidentes.
Digitalización en todos los sentidos
Otra de las tecnologías claves que ya están marcando la innovación es blockchain: esos registros inviolables e inalterables que se utilizan en transacciones en las que participan múltiples partes habilitan una nueva era de trazabilidad y transparencia para todo tipo de operaciones. Entre otros beneficios, permiten seguir los pasos de producción y distribución de punta a punta, garantizar la calidad de las materias primas y ayudar a reducir fraudes y falsificaciones. En ese sentido, destacan también los certificados electrónicos, para eliminar el papel y digitalizar toda la documentación fiscal y arancelaria relacionada con las exportaciones. Por citar un ejemplo, bajo esta tecnología ya hay ventas de vinos top premium.
Uno de los grandes desafíos en la digitalización en la industria vitivinícola es lograr que las pymes no queden afuera del fenómeno y puedan mantenerse competitivas, innovadoras y productivas: sólo en Argentina, según datos del Ministerio de Economía, este segmento es responsable por el 37% de las exportaciones relacionadas con el mundo de la uva y del vino.
Todos estos avances tecnológicos apuntan en la misma dirección: más eficiencia en los procesos de negocios, mayor rendimiento de los viñedos, más trazabilidad de los productos, un uso más eficiente de recursos (lo que deriva en una mayor sostenibilidad) y, por supuesto, una mejor calidad del vino. Por eso, a los avances en transformación digital de la industria vitivinícola les decimos… ¡Salud!